En 1918-19 Blas Infante ya planteaba la necesidad de una organización supranacional que protegiera los derechos fundamentales de todos los seres humanos y de todos los pueblos sin distinción. Infante situaba la defensa de estos derechos por encima del principio de Estado-Nación, apostando por «la subordinación absoluta de los fines de las naciones a los fines de la humanidad» (La Sociedad de las Naciones).
Este 10 de diciembre hará 75 años que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que, en su primer artículo, establece lo siguiente:
Artículo 1.
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
A pesar de ese gran avance, el principio de las naciones, de cuya peligrosidad nos avisaba Blas Infante, no ha cesado de anteponerse a la defensa de los derechos fundamentales. Solo hay que observar cómo los pilares ideológicos de todos los nacionalismos y los grupos de poder que estos generan continúan destruyendo el ideal de humanidad que debería regir nuestra convivencia.
Recomendamos la lectura completa de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un texto que debería ser de enseñanza obligatoria en todos los centros educativos y que está disponible en el siguiente enlace:
https://www.un.org/…/universal-declaration-of-human-rights