Manifiesto liberalista del CEHA por el 4D 2024

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En el éxito del 4D de 1977 tuvo una enorme relevancia el sentimiento de pueblo que compartían los cientos de miles de manifestantes que, por encima de sus legítimas discrepancias ideológicas, salieron juntos a la calle aquel día para reivindicar autonomía/soberanía. Esa fue la grandeza de nuestro 4D y por ello merece respeto cualquier reivindicación que se lleve a cabo en esta fecha y que tenga al Pueblo Andaluz como fundamento y beneficiario de su soberanía. Sin embargo, el respeto no anula la crítica y desde el CEHA querríamos centrarnos en la reflexión de dos aspectos que consideramos relevantes en relación con las celebraciones de este día tan señalado para Andalucía.

En primer lugar, en los actos de conmemoración del 4D encontramos varias aspectos enormemente contradictorios con su espíritu originario. Por una parte, su componente reivindicativo se va reduciendo cada vez más desde los actos promovidos por el gobierno autonómico. Por otra, quienes lo reclaman siguen intentando controlar en exclusividad el mensaje y/o continúan apelando al concepto de soberanía desde el marco del sistema autonómico actual. El problema de esto es que resulta incompatible con el sentimiento de unidad e inclusión del 4D, así como con la defensa de la soberanía plena del pueblo andaluz, ya que, para que Andalucía pudiera ser soberana, se necesitaría plantear un nuevo proceso constituyente que interpelara e involucrara, en su diversidad ideológica, a toda la sociedad andaluza. De forma sorprendente, se trata de cuestiones básicas que no asumen o directamente esconden incluso próceres andalucistas que tanto insisten en la defensa “verdadera” de la soberanía.

En segundo lugar, considerando el panorama descrito en el párrafo anterior, no es de extrañar que desde esos ámbitos se instrumentalice la figura del “Padre de la Patria” a beneficio del consumidor, lo cual también produce manipulaciones y tergiversaciones lamentables. Así, como ya hemos establecido en manifiestos anteriores, ni Blas Infante era un regionalista que promulgaba una Andalucía españolista, como lo pintan algunos políticos últimamente; ni defendió nunca un andalucismo dentro de un marco marxista, como el establishment andalucista ha venido describiendo su figura desde los años 70; ni, como este ha estado manteniendo de forma generalizada hasta fechas recientes y aún se muestra en el Museo de la Autonomía de Andalucía, su concepto de autonomía soberana tuvo continuidad en el modelo autonómico aprobado una década después. Por cierto, tampoco era el antiespañol furibundo que pretenden a uno y otro extremo del espectro político, con la cancelación que esto implica de su idea de España incorporada en nuestro escudo y basada en su principio de las culturas.

Debería estar ya fuera de toda duda que el pensamiento de Blas Infante entroncaba con el interclasismo ilustrado de filosofía libertaria de corte masón. Y, siguiendo dicha línea ideológica, en sus escritos argumentó con vehemencia su defensa del principio de las culturas como rechazo a los presupuestos nacionalistas, los cuales, por cierto, continúan vigentes en todos los nacionalismos peninsulares, algunos de ellos muy defendidos y reverenciados por gran parte del andalucismo político actual.

Más concretamente, el andalucismo de Blas Infante se basaba fundamentalmente en la defensa del Pueblo Andaluz desde un criterio liberalista. De ahí su incansable lucha para que se constituyese en un sujeto netamente soberano, pudiéndose organizar según el modelo de abajo arriba (confederal) descrito en nuestras Constituciones de Antequera de 1883.

Por consiguiente, el objetivo de Blas Infante no era la creación de una ideología nacionalista que el pueblo tuviese que asumir como principio a priori, quedando este subordinado como sujeto constituyente al concepto de nación, tal y como ocurre con todos los nacionalismos (de izquierdas y de derechas). Como librepensador y liberalista coherente, su finalidad última era la reivindicación de las libertades y los derechos fundamentales de las personas en equilibrio con la plena soberanía colectiva de los pueblos libremente decidida por estos.

De forma más global, ansiaba la igualdad, la libertad y la fraternidad para todos los pueblos. Esa idea fundamental la aplicó al caso del Pueblo Andaluz, dedicándole su vida a ello. Como escribió en nuestro himno y en nuestro escudo: “Por Andalucía libre, para España y la Humanidad”.

Por desgracia, estos fundamentos infantianos siguen brillando por su ausencia en las conmemoraciones del 4D y desde el CEHA volvemos a hacer un llamamiento para activar la conciencia de cohesión del 77 sobre una propuesta plenamente soberanista, liberalista y librepensadora que apele a toda la sociedad andaluza sin exclusión.

Por último, concluimos nuestro manifiesto animando una vez más a la lectura de la obra original de Blas Infante.

En el 4D, VIVA EL PUEBLO ANDALUZ LIBRE Y SOBERANO

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