Se cumplen 43 años de aquel 4D en el que Andalucía se llenó de arbonaidas y millones de personas recorrieron sus calles reivindicándose como pueblo andaluz. También hace casi el mismo tiempo que cada año por estas fechas surgen llamadas a la unidad que nos recuerdan que aquellos anhelos están aún sin cumplir. Con el ánimo de contribuir al entendimiento de nuestra lucha, desde el CEHA nos gustaría llamar la atención sobre algunas cuestiones históricas que suelen ser ignoradas en esta crucial tarea.
La unidad que mostró el pueblo andaluz en diciembre del 1977 no necesitó de ninguna organización política andalucista para mostrar su fuerza. En ella se mantenía presente la memoria de ese ansia de libertad que Blas Infante ya había percibido en sus campañas andalucistas al grito de VIVA ANDALUCÍA LIBRE; el mismo espíritu libertario que posibilitó el pacto interclasista que sellaron bakunistas y burgueses federales andaluces bajo el lema “Unión íntima, unión fraternal entre nosotros”, enfrentándose al gobierno de la Primera República Española y a la Primera Internacional en defensa del Estado de Andalucía.
Es bien sabido que este cantonalismo libertario fue sofocado militarmente por el gobierno de la Primera República. También son conocidas las duras críticas contra el levantamiento cantonal que se lanzaron desde el marxismo local e internacional, dañando seriamente el prestigio de nuestro soberanismo andaluz. Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que el gobierno de izquierda de la Segunda República no hiciera más que continuar con los ataques contra las aspiraciones soberanistas de Andalucía, como demuestran su especial inquina al anarcosindicalismo andaluz y el complot que organizaron para desarticular la candidatura creada por Blas Infante. La verdad es que ni el federalismo republicano español, diseñado desde arriba, ni sus políticas descentralizadoras casaban con el modelo federalista de abajo arriba, originándose la soberanía en el ámbito municipal, que defendía el andalucismo libertario infantiano y que hundía sus raíces en el Proyecto de Constitución o Pacto Federal para los Cantones Regionados Andaluces aprobado en Antequera.
Lo curioso es que, una vez recuperada la democracia tras la dictadura franquista, las principales lecturas que se han hecho de la obra de Blas Infante para propagar sus ideas dentro del andalucismo oficial han procedido precisamente de corrientes derivadas del marxismo que, desvinculadas de nuestro cantonalismo libertario, se han articulado en consonancia con el patrón nacionalista de los pueblos del norte; un patrón, no lo olvidemos, que Infante rechazó explícitamente al considerarlo ajeno a la propia tradición soberanista de Andalucía. Y son esas mismas corrientes desde las que nos hacen los llamamientos a la unidad política andalucista mencionados al principio. Cuando menos, se trata de una situación paradójica que imposibilita solventar la colisión ideológica que aún existe entre los principios marxistas de la izquierda y la tradición soberanista andaluza, de corte libertario, a la que dio continuidad Blas Infante.
Desde el CEHA animamos a que se expanda el espectro ideológico del andalucismo a la hora de analizar nuestra reivindicación histórica como pueblo y, en particular, a que se dé la máxima cabida posible a los fundamentos federalistas libertarios de la obra de Blas Infante. Hacerlo enriquecerá, sin duda alguna, el debate soberanista cuando se intente unir nuestro pasado con nuestro presente para definir nuestro futuro político y cultural. Y, sobre todo, con ello contribuiremos a respetar y a dignificar a quienes nos precedieron en la lucha por la soberanía de Andalucía. Se lo debemos como andalucistas.
¡Viva Andalucía Libre!