MANIFIESTO LIBERALISTA del CEHA por el 4D 2021
Llega un nuevo 4D y, tristemente, se vuelve a constatar que el significado de una fecha tan importante para Andalucía ha ido diluyéndose en el pueblo andaluz hasta quedar limitado al recuerdo compartido por un grupo muy minoritario. Tamaña desafección debe hacernos reflexionar. Y, para ello, es necesario que vayamos más allá de los análisis reduccionistas basados en el desapego generalizado a la política, ya sea a partidos, a sindicatos o a plataformas cívicas que se perciben dentro de la misma línea ideológica.
Con ese fin, consideramos que también se debe poner el foco en el impacto que ha podido generar entre amplios sectores de nuestro pueblo el mantra de que el andalucismo no puede ser interclasista, una idea que se trasmite mediante el eslogan “el andalucismo o es de izquierdas o no será”. El principal problema de esta idea es que no solo rompe con el criterio liberalista que guiaba a Blas Infante, sino que va contra el propio espíritu del 4D.
El 4D de 1977 millones de andaluces salieron a la calle exigiendo soberanía. No todos tenían la misma ideología ni pertenecían al mismo estrato social. Sin embargo, el andalucismo posfranquista, basado en fundamentos marxistas, ha ido en dirección contraria al andalucismo liberalista infantiano, defensor de la existencia de un pueblo de librepensadores que exige el derecho a su autonomía soberana asumiendo las legítimas discrepancias ideológicas como un valor democrático inalienable.
En concreto, el trabajo del andalucismo posfranquista ha ido dirigido a subordinar el concepto de soberanía a la lucha de clase social como objetivo prioritario. En palabras de José Aumente, el denominado ideólogo del andalucismo moderno:
“No se trata de conseguir un mayor o menor grado de autonomía, reivindicar unos valores culturales o lingüísticos, hacer valer unos simples derechos a la “autodeterminación” de los pueblos… Sino que colocamos en primer plano el problema de la lucha de clases… Para nosotros, la región no es, por lo tanto, una meta o reivindicación, sino simplemente un campo de batalla en donde las clases andaluzas libran su lucha.” (Regionalismo andaluz y lucha de clases, 1976)
Es evidente el contraste de este mensaje con el que refleja Blas Infante en su último manifiesto, llamado “A todos los andaluces”. Es este un manifiesto en el que se resalta la “colaboración [con] elementos pertenecientes a sindicales obreras, partidos políticos de ideologías diferentes, y entidades económicas y culturales” para conseguir la soberanía, una “aspiración que no excluye la particularidad de alguna doctrina ni de algún programa religioso, político o societario” y en el que Infante deja muy clara su inquebrantable visión inclusiva al afirmar que:
“…una vez conseguida la autarquía de nuestro pueblo, cada uno de los andaluces o cada grupo político u obrerista procurase llegar a orientar a Andalucía, manteniendo sus particulares puntos de vista, o combatiendo por sus respectivos criterios de justicia y libertad.” (Manifiesto “A todos los andaluces” de la Junta Liberalista, 1936)
En otras palabras, Blas Infante solicita de manera explícita la participación de toda la sociedad andaluza y prioriza anteponer a cualquier consigna partidista la lucha por la soberanía plena de Andalucía, como ya hicieran décadas antes los cantonalistas mediante el pacto interclasista sellado por federales burgueses y bakunistas, considerándose todos ellos pueblo andaluz.
Los últimos estudios y encuestas dejan claro que, en la actualidad, el pueblo andaluz sigue demostrando una fuerte conciencia identitaria. Por ello, nos preguntamos si el intento de restringir el sentido de nuestras señas de identidad a una ideología política concreta y de clase no ha podido contribuir a fragmentar la cohesión simbólica soberanista de Andalucía, base del histórico 4D. Asimismo, nos planteamos si el mensaje subliminal de que amplios sectores de la población en Andalucía no son parte del pueblo andaluz por una cuestión de clase social no ha favorecido la canalización de sus ideologías políticas dentro del nacionalismo español.
Es innegable que trabajar para que se haga efectivo el derecho de toda la población andaluza a contar con una situación socioeconómica próspera y digna es un objetivo irrenunciable en una sociedad realmente democrática. Y resulta evidente que, solo consiguiendo una soberanía plena, Andalucía podrá tener capacidad para tomar decisiones propias al respecto.
Sin embargo, relegar a un segundo plano la soberanía del pueblo andaluz, limitando su viabilidad a la construcción de una sociedad de ideología única, no casa ni con nuestro VIVA ANDALUCÍA LIBRE, ni con el proyecto soberanista de Blas Infante ni con el espíritu general del 4D. Por ello, desde el CEHA apostamos por abrir un espacio de reflexión sobre el resultado que podría tener la priorización real de la cuestión de la soberanía.
En definitiva, pensamos que se hace necesaria una reflexión seria acerca de las consecuencias que resultarían de centrar el esfuerzo en poner en marcha un ideario soberanista que, como el de Blas Infante, apele a toda la población andaluza sin exclusión con el fin de posibilitar de nuevo la activación mayoritaria de esa conciencia de cohesión del 77.
Dicho de otro modo, visto el estado actual del andalucismo y la enorme desafección por el 4D, proponemos un debate en profundidad que, por encima de consignas partidistas, tenga como prioridad la consideración seria de un proyecto soberanista para Andalucía que asuma la diversidad y pluralidad ideológica del pueblo andaluz. Y, para ello, lanzamos la propuesta de explorar la posibilidad de un andalucismo soberanista de corte liberalista, librepensador e interclasista.
¡VIVA ANDALUCÍA LIBRE!